El plan
No tenía ni idea de cómo podía haber sucedido, pero así
eran las cosas desde hacía un tiempo y se estaba haciendo duro.
El caso es que había aceptado un trabajo muy bien pagado
que podía desempeñar a la perfección. En teoría, si todo salía como estaba
previsto, solo se necesitaban nervios templados, redaños suficientes y cero
capacidad de empatía con el “sujeto”. ¡Ni hecho a medida para él!
Al principio dormía a pierna suelta, estaba tranquilo, no tenía dudas. Tampoco era su primera vez. En cambio ahora todo era caos en su interior y no conocía un momento de sosiego. Por si fuera poco tenía que fingir a todas horas. Con ella, con sus compañeros. Temía lo que una y otros pudieran pensar de él, no estar a la altura, las consecuencias.
Al principio dormía a pierna suelta, estaba tranquilo, no tenía dudas. Tampoco era su primera vez. En cambio ahora todo era caos en su interior y no conocía un momento de sosiego. Por si fuera poco tenía que fingir a todas horas. Con ella, con sus compañeros. Temía lo que una y otros pudieran pensar de él, no estar a la altura, las consecuencias.
─Tú, llévale la
comida. Y no te entretengas. ─Nadie había
nombrado jefe al ruso, pero la cicatriz de su cara hablaba de peleas navaja en
mano y todos permitimos que se apropiara del rol sin discusiones. Por si acaso.
La verdad es que a mí no me importaba porque no soy ambicioso ni me gustan las
responsabilidades, pero los otros torcían el gesto con cada orden suya.
─Voy. ─Me levanté de la
silla solícito, realmente contento de que me hubiera encomendado a mí la tarea.
Observé que de nuevo no había agua sobre la bandeja y me arriesgué añadiendo un
botellín de los que teníamos para nosotros.
─¡Mira el buen samaritano! ¿Quién te ha dicho que le des
agua? Si la zorra tiene sed que se joda. A ver si así se le bajan los humos y
deja de causar problemas. ─Su fuerte acento y sus risotadas, que antes me parecían lo más para ser un tipo
duro, ahora se me antojaban realmente desagradables.
Me dolió pensar en los labios
agrietados de la chica, en la terrible dificultad que le supondría tragar
después de varios días sin beber apenas. Aun así no dije nada y obedecí al
instante retirando la botella. Me sentí como un montón de basura.
Confieso que el olor del miedo
siempre me había parecido excitante, especialmente si provenía de una mujer, pero
eso también había cambiado últimamente. Mi nariz se arrugó de puro desagrado al
entrar en la habitación y percibir el suyo.
La estancia era pequeña, estaba
sucia y contaba con una única ventana que quedaba a sus espaldas en esos
momentos. Estaba tapiada con maderos pero aun así algo de claridad conseguía
salvar el obstáculo convirtiendo el cabello de la chica, hecho una maraña, en
una extraña aureola al contraluz.
─La comida. ─dije tratando de
parecer severo, inmune a su sufrimiento.
─¡No la quiero, os podéis ir a la mierda! Me pienso morir
de hambre y entonces no os serviré de nada, mi padre no os dará ni un euro por
mí, tomaréis por culo y todo esto no habrá sido nada más que una cagada de plan.
¡Mamones!
Su voz había perdido la energía de
los primeros días por la debilidad, pero conservaba intacta la rabia, la
determinación, el descaro. Para ser tan joven los tenía muy bien puestos; mucho
mejor puestos que yo, a decir verdad. Nadie diría que era una chica de familia bien que daba clases de
piano después del instituto y jamás se metía en problemas. ¡Menuda fiera!
─No todos aquí tienen la misma paciencia que yo, ¿sabes? ─Traté de esconder mi sonrisa en la penumbra; también mi
admiración─. Hazte un favor y pórtate bien, no cabrees a mis compañeros, especialmente
al ruso. Te aseguro que no te gustará si viene personalmente a hacerte una
visita. ─Hice una pausa para permitirle imaginar la escena y que entrara en razón.
Luego proseguí con apenas un susurro, como quien hace una confidencia─ Come y bebe cuando te lo digan, tienes que recuperar
fuerzas porque solo así tendrás una oportunidad. ─No podía creer lo que
había salido por mi boca. Es lo que pensaba, claro, pero no tenía intención de
buscarme problemas diciéndolo en voz alta.
─¿Una oportunidad? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡Dímelo! ─Su voz
era aguda como el chirriar de un arañazo sobre pizarra; rasgó la pesada atmósfera
de la habitación en mil jirones. De repente me pareció que podía visualizar sus
emociones y las mías flotando como medusas de colores, un confuso nudo gelatinoso compuesto de pánico y expectativas.
Procuré centrarme y conservar la calma. Mejor no pensar en lo que pasaría si
los otros habían llegado a oírnos.
El secuestrador salió precipitadamente de la habitación,
sin contestar, y volvió a cerrar con dos vueltas de llave. Le latía el corazón
con fuerza y la necesidad de ayudarla se le hacía tormenta en las sienes. No entendía
sus propios sentimientos, pero sabía que no sería capaz de desoírlos. Mal asunto.
Mientras, ella, tras la misma puerta, tuvo un poco de esperanza
por primera vez desde que la subieran contra
su voluntad a aquella furgoneta. Entre lágrimas y con esfuerzo se comió todo lo
que había en la bandeja.
Julia C. Cambil
Este relato está basado en una idea de Lola O. Rubio, administradora
del blog “Tertulia de Escritores”. Yo elegí como argumento de fondo, de entre
los propuestos por ella, el “Síndrome de Lima”, que se define como el síndrome
opuesto al de Estocolmo y en el que los secuestradores se vuelven más compasivos con la situación y necesidades
de los rehenes.
No conocía el Síndrome de Lima y de tu historia, qué decir: deja con ganas de más. La imagen de las medusas, me ha encantado.
ResponderEliminarUn besito.
Me alegro mucho de que te haya gustado la imagen, Noelia. Confieso que a mí también, aunque eso sea inmodestia jajajaja. Veré si soy capaz de hacer una continuación :))
Eliminar¡Otro besito de vuelta para ti y mil gracias por venir!
Julia, menuda historia nos traes hoy, el comienzo abierto a la imaginación, hasta que nos dejas caer el móvil del asunto.
ResponderEliminarDe un tiempo acá hay en tus relatos un lazo muy cercano con la muerte, pero desde una perspectiva diferente, sin miedo a ella, viendola más bien como una muy buena salida.
Los detalles han sido tremendos a la hora de plasmarnos la escena, te juro que me sentí como espectadora de una pelicula, muy vívidas las imágenes, desde la cicatriz del ruso hasta las lágrimas y el esfuerzo por comer del final.
Este tiempo fuera no te robó ninguno de tus dotes y sirvió para consagrarte por lo alto como escritora narrativa.
Un buen repunte para dejar caer el Sindrome de Lima, que creo se da con más frecuencia que el de Estocolmo.
Cariños y afectos sinceros.
Hola, querida Harolina :)
EliminarMe encanta cuando me decís que podéis "ver" mis historias, porque lo cierto es que me esfuerzo mucho para que así sea. Yo las veo, a veces hasta las huelo, y pretendo que sea así también para vosotros. ¡Me tomo tus palabras como un cumplido!
Respecto a mi forma de tratar últimamente el tema de la muerte, me temo que yo no lo noto. Los cambios se aprencian mejor con la objetividad del que mira desde fuera y, dado que confío plenamente en tu criterio, así debe ser si tú lo dices. Creo que es positivo en todo caso.
No sabría decirte cuál de los dos síndromes es más frecuente, pero sí que éste que trato en el relato, al menos de nombre, es más desconocido.
Un millón de gracias por leer siempre con tanta atención e ir más allá de lo evidente. Sé que te lo he dicho en otras ocasiones, pero es que lo valoro tanto...
Un abrazo fuerte para ti, también cargado de cariño.
Hola Julia, curioso el tema del Síndrome de Lima, lo desconocía como tal denominación y supongo que por lógica debe estar relacionado con algún secuestro o suceso ocurrido en la capital peruana. Supongo que tiene que ver con el arrepentimiento, la mala conciencia o alguna defensa de la mente contra el mal, pero lo que tengo claro es que los ha reflejado a la perfección en la narrativa expuesta. Un relato estupendo, y muy visual, muy cinematográfico. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso.
Holitas, Miguel :)
EliminarPara ser sincera debo reconocer que no tengo ni idea del origen del nombre del síndrome, pero ahora que has sacado el tema trataré de averiguarlo. Respecto a su "contenido", me gustaría pensar que es el instinto innato de las personas de ser buenas revelándose ante una acción censurable. A saber, porque base para opinar así no tengo ninguna más que mi deseo.
Me alegro un montón de que te haya gustado y de que lo encuentres "cinematográfico". En el relato no hay mucha acción, solo pretendía que viérais la escena como yo la veía :))
Un abrazo gigante y mil gracias por venir.
Me he quedado con ganas de mas.
ResponderEliminarBesos
Trataré de hacer una continuación, a ver si las musas quieren... :)
EliminarUn beso también para ti y gracias por venir.
"Síndrome de Lima" ... ¡Qué me gusta aprender cosas nuevas! Sobre todo en relación a los síndromes, que los hay para todo, aunque en la mayor parte de los casos suelo olvidar el nombre jjjjjjj
ResponderEliminarMe ha parecido un relato estupendo, Julia, que ejemplifica a la perfección el significado de las consecuencias de "esta enfermedad".
La parte en la que has hablado de la sed me ha tocado la fibra sensible profundamente porque pasar sed es horrible.
Hace años, un error de diagnóstico de unas simples "piedras en la vesícula" me tuvieron en el hospital a punto de fallecer porque la vesícula se gangrenó y nadie se dio cuenta. De haber tardado 24 horas más en operarme, ahora no lo estaría contando.
Venga, que me enrollo mucho.
Pues, como sabrás, cuando se produce una colelitiasis, una de las medidas es dejar de proporcionar alimento y bebida al paciente ¡veintidós días sin beber, Julia! La verdad es que estuve muy malita, pero de lo que más me acuerdo es de la sed y de que, cuando me espabilaba, pensaba en quienes no tienen agua. Al fin y al cabo yo estaba alimentada por suero, pero ¿Imaginas lo que es tener sed y no poder hacerlo?
Somos unos privilegiados, Julia.
En fin. Como ves, tus relatos siempre me resultan inspiradores jejejejejeje
Un besito
Holitas, Macarena
EliminarEs verdad que hay montones de síndromes, igual que montontes de fobias, pero es imposible retener el nombre de todas por más interesantes que nos parezcan. Bueno, yo al menos no puedo :(
¡Qué experiencia tan terrible tuvo que ser ésa de no beber en 22 días! Yo estuve sin beber apenas uno cuando me operaron de apendicitis, siendo una niña, y tampoco me gustó un pelo. Recuerdo que mi madre me mojaba los labios con una gasa y yo quería chuparla, era desesperante. Es cierto que somos unos privilegiados.
Me alegro de que al fin se dieran cuenta de cuál era el problema y te operaran. La gangrena de la vesícula suena fatal. Yo sí que tengo piedras en la vesícula, cuatro para ser exactos y de buen tamaño según el médico, pero hasta la presente no me dan síntomas. Tocaré madera...
¿Ves? ahora me he enrollado yo. ¡Lo que nos gusta la charla! jajajaja.
Muchas gracias por venir y comentar, guapa. Estoy contenta de que te haya resultado inspirador y me hayas contado cositas :)
¡Un besazo!
Hola, Julia. Pues yo tampoco conocía el síndrome de Lima. Un relato genial, muy bien contada la trama, consigues maternos en esa habitación y dejas con ganas de más. Esta historia pide continuación 😉
ResponderEliminarIntentaré darle una continuación, Marta, pero por lo general como no me haya salido de primeras, no hay nada que hacer. Cosas de las musas, que son cabezonas jajajaa.
EliminarMil gracias por tu halagador comentario, ¡me siento muy honrada! :)
U abrazo.
Al igual que mis predecesores en comentarios, también ignoraba la esistencia de un nombre para ese síndrome, aunque sí me suena algún caso así.
ResponderEliminarComo siempre, has derarrollado la trama con tu habitual savoir faire (toma galicismo o como se diga, jeje). El estilo narrativo alternado la tercera persona del narrador y la primera del protagonista, le da al relato un toque novelístico. Me ha encantado la historia y su forma de narrarla.
Un abrazo.
Ya tenemos un nombre para todo, Josep, aunque esos nombres solo los conozcan sus inventores jajajaja. Yo diría que este síndrome es algo así como el remordimiento, el arrepentimiento, el deseo insconsciente de hacer el bien al prójimo incluso aunque no sea nuestra intención. Es muy poco científico, pero más sencillo de recordar como sentimiento humano :)
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado la forma de narrar. Confieso que me dio muchos quebraderos de cabeza. Hay relatos que salen solos y otros que tienes que repasarlos mil veces y nunca llegas a creer que estén bien. Este es del segundo grupo, por eso me pone muy contenta que saber que te ha gustado. ¡Muchas gracias!
Un abrazo y feliz tarde.
P.D: he tenido que buscar la traducción del galicismo jajaja.
Tampoco estaba al tanto de este síndrome, me gusta aprender cosas nuevas y más si vienen dentro de un relato bien estructurado como el tuyo. Me uno a la mayoría, en cuanto a que la historia (o los lectores) pide(n) una continuación: qué plan puede llevar a cabo el secuestrador ablandado para sacar a la chica de ese sitio.
ResponderEliminar¡Muy bueno, Julia!
Gran abrazote.
Yo soy la primera que desconocía la existencia de este síndrome como tal, Mirella, así que todos hemos aprendido al mismo tiempo :) Me encantaría complaceros y darle una continuación al relato, pero no sé si las musas estarán por la labor; por la parte que me toca, prometo intentarlo.
EliminarMuchas gracias por la visita y tu amable comentario.
¡Un abrazo de jueves!
Muy buena historia Julia. Al principio me llevo a pensar en una detencion ilegal. Luego se clarifica von un secuestro.
ResponderEliminarCoincido en que pide una continuacion. Queremos saber si ella lo logra.
Es la primera vez que escucho de ese sindrome. Una perlita.
Besos
Me alegro de que te haya gustado, Mirna. Traté de no dar toda la información al principio para crear algo de suspense, y como bien dices podía haberse tratado de una detención ilegal.
EliminarNo sé si sabré escribir la continuación, pero te digo desde ya que me gustan los finales felices y que la chica logra escapar jajajaja.
Un beso enorme y muchas gracias por la visita :))
Hola!aprendí sobre un síndrome distinto. Me gusta como nos vas ambientando en el relato.creas el escenario de forma sencilla y parece real.gracias.abrazosbuhos!!
ResponderEliminarMuy honrada con vuestro comentario, Búhos. Si he sido capaz de "meteros" en esa habitación con la chica y el secuestrador, ya me doy por satisfecha.
EliminarMil gracias por acercaros hasta aquí :))
¡Un abrazo enorme!
Yo tampoco tengo ni idea de la frecuencia de casos, pero algunos debe haber si se han tomado la molestia de ponerle un nombre. Supongo que también depende de la víctima, no? Hay cierto tipo de personas con las que es difícil encariñarse, como tú dices.
ResponderEliminar¡Abrazo de vuelta, tocayo!
Me ha encantado, Julia. Había visto en alguna película o libro esa empatía del secuestrador por la víctima que se da a veces en alguno de la banda que suele ser un poco "más bueno" que el resto, pero no sabía que se llamara así.
ResponderEliminarEstá claro que en todas partes hay gente que se sale de la norma que lo rodea, en este caso, un secuestrador que siente lástima y deseos de hacer que el secuestrado esté lo mejor posible. La pregunta es ¿cómo llegó ese personaje a formar parte de una banda de secuestradores? Está claro que no sirve para ello.
Un beso.
Hola, Rosa :)
EliminarYo creo que quizás las caracterísiticas del secuestrado tienen algo que ver. No es lo mismo compadecerse de una chica adolescente que tal vez te recuerda a tu hermana, que de un hombre de negocios despiadado por el que no sientes ninguna empatía. Es un suponer, la verdad es que no lo sé, pero es cierto que los que proclives a "padecer" este síndrome deberían buscarse un oficio menos comprometido, ji, ji.
Me alegro mucho de que te haya gustado, guapa.
¡Un beso también para ti!
No tenía ni idea de que había un síndrome con ese nombre (o procedencia) y lo que significaba.
ResponderEliminarSupongo que la convivencia aunque sea obligada conlleva algunas cosas y es que uno se familiariza con quien tiene al lado, después de todo. Que el que se encargue de "cuidar" y llevar comida a su "protegido" sienta preocupación por la víctima puede resultar hasta lógico. Pero yo no soy psicóloga, así que a saber por qué pasan esas cosas.
Tu protagonista ha demostrado que tiene su corazoncito y eso dice mucho de él, aunque su actividad es la de un delincuente (tampoco vamos a volvernos locos).
Buen relato, y una manera diferente de encarar la visión de un secuestro.
Un besote, guapa.
La psicología es fascinante, verdad? Y este síndrome de no deja de ser un fenómeno psicológico. Supongo que pasa como con las adicciones a sustancias, que cada uno nos haríamos adictos a una determinada y no a otra por nuestras características metabólicas y psíquicas. Supongo que por nuestra personalidad particular somos más proclives a padecer alguno de estos síndromes y no otros. Vamos, es mi particular opinión, que lo mismo estoy equivocada.
EliminarEn efecto, el secuestrador no deja de ser un delincuente, pero parece tan mono y tan compasivo... jajajaja
Me alegro de que te haya gustado, Paloma. ¡Muchas gracias por venir!
Un relato genial, Julia. Me encanta ver que saltas entre temáticas con la elegancia de un gato negro, desplazándose con gracia por los tejados bajo el resplandor de la luna. Me gusta como vas desengranando la trama despacio, dando los detalles necesarios hasta completar el puzzle. En cuanto al relato, no es oro todo lo que reluce, dice el dicho. Pero tampoco es todo tiniebla en un ambiente turbio con poca luz. Y creo que el secuestrador se da cuenta de ambas reflexiones. ¡Un fuerte abrazo! ; )
ResponderEliminar¡¡Qué bonito eso que me dices, Ramón!! Me lo voy a guardar para los días en que no se me ocurre nada de nada y no puedo escribir ni una letra por más que quiera. Me has proporcionado un subidón der autoestima, eres un sol :))
EliminarEfectivamente las cosas no suelen ser solo blancas o solo negras. Para algo existen mil tonos de gris entre medias y para eso la psicología humana es tan compleja. Mi prota anda hecho un lío, pero yo sé que acabará por ayudar a la chica incluso a su pesar.
Mil gracias por venir y por tu generoso comentario. ¡Un abrazo enorme y feliz finde!
Hola Julia desde luego sí necesita continuación, anima a tus musas. El relato muy visual, se veía, como si fuera una película y eso como sabes es muy difícil de conseguir , felicidades.
ResponderEliminarPonerse en la otra parte, mirar desde otros ojos e intentar entender lo que no entiendes, como bien dices no todo es blanco o negro.
Besos
Muchas gracias, Conxita, me alegro de que hayas podido "ver" la escena. Como le decía a otro lector yo podía verla con claridad y se trataba de transmitir eso que estaba en mi retina :)
EliminarCreo que todos los seres humanos tenemos capacidad de empatía, lo que pasa es que algunos no hacia todo el mundo y no en cualquier situación, Somos muy complejos.
Trataré el asunto con las musas, je, je.
¡Un beso enorme, siempre es un placer tenerte por aquí!
Hola Julia,
ResponderEliminarConozco el síndrome de Estocolmo, y la verdad tu relato es magnífico. No me esperaba ese final, me fue imprevisible. Muchas veces, los seres humanos podemos llegar a exhibir comportamientos difíciles de entender. Me encanto la ambientación, muy visual.
Abrazo y feliz domingo!
Holitas, Jessy
EliminarCreo que este Síndrome es la otra cara de la moneda del de Estocolmo y ambos son realmente interesantes. Muy cierto que los seres humanos no tenemos patrones fijos de comportamiento y que podemos sorprender con nuestros razonamientos, sentimientos y formas de acturar. ¡Ni siquiera nosotros las controlamos la mayoría de las veces!
Me alegro mucho de que te haya gustado, honor que me haces :))
¡Un abrazo grande también para ti!
Bueno no se si es exactamente un síndrome de Lima o que nuestro secuestrador no tiene arrestos suficientes para el embolado en el que se metió jajaja. En todo caso Julia un bonito reto que creo merece un"continuará"
ResponderEliminar¡¡Qué malillo eres, Norte!! jajajjaa. Pero mira, yo creo que más problemas le traerá ayudar a la chica que seguir con el plan. Vamos, a mi no se me ocurriría llevarle la contra al ruso... aunque también es verdad que muy valiente no soy. Me estás haciendo un lío jajajaja.
Eliminar¡Gracias por venir! Veré qué puedo hacer con esa continuación...
Caramba, desconocía el reverso del síndrome de Estocolmo. Si uno intenta en ponerse en la piel de un criminal, y si escribimos debemos de hacerlo aunque sea entre letras, siempre cuesta entender la visión cosificada de la víctima. Algo especialmente espeluznante en los casos de secuestro. Un asesinato es inmediato, pero un secuestro, saber que alguien está a tu merced, encerrado... puff. En este caso, de entre todos ellos, al menos uno ve a un ser humano.
ResponderEliminarEstupendo relato en el que el final de la historia queda en el momento justo para que el lector imagine al secuestrador liberando a la chica, o cayendo a manos del ruso. Un fuerte abrazo, Julia!
Yo tampoco conocía este curioso Síndrome, David, así que todos lo hemos descubierto al mismo tiempo. La psicología humana es muy compleja, pero muy despiadado hay que ser para no sentir nada de empatía con alguien que depende en exclusiva de ti y que está retenido contra su voluntad. El síndrome de Lima debe ser algo así como la capacidad de redención del secuestrador llevada a la psicología :P
EliminarMe alegro de que te haya gustado el relato, ¡muchas gracias por venir!
Un abrazo enorme y buen día :)
No conocía ese síndrome, Julia. Luego de leer tu relato lo busqué en internet. Me gustó el modo en que lo planteaste, con ese final tan sutil y abierto a la imaginación.
ResponderEliminarEl párrafo de las medusas me encantó.
Un abrazo!
Es que no sabía cómo terminar el relato, Federico, así que os dejé el final a vosotros los lectores (qué cómodo, verdad? jajajaja). De todos modos espero que hubiera un final feliz para la chica y, de paso, para el secuestrador compasivo.
EliminarConfieso que a mí también me gustó esa imagen de las medusas flotando, me alegro de que coincidamos :)
¡Un abrazo enorme y mil gracias por comentar!
Fascinante, Julia, que seas capaz de transcribir lo que puede llegar a sentir un secuestrador y una secuestrada. Tanto me lo ha parecido que no te miento si te digo que me ha recordado a una víctima real a la que también cogieron y subieron a una furgoneta.
ResponderEliminarSalvo los psicópatas , todo ser humano, por más delincuente que sea, tiene una parcela reservada a la empatía. Si se genera esta corriente puede llegar a suceder lo que tan bien has narrado, eso sí, ¡dejándonos en ascuas!
Fíjate que creo que, lejos de ser eso un síndrome es más bien "poner nombre" a una situación bastante humana.
¡Genial como siempre, Julita!
Un beso enorme
Holitas, Chelo :)
EliminarTú eres una buena persona y creo que por eso eres bien pensada, pero yo hay días que después de oir el telediario, te aseguro que pienso que algunos seres humanos no tienen la más mínima capacidad de empatía con el prójimo. Espero estar equivocada y que sea como tú dices, al menos un poquito con alguna persona...
Yo también creo que el Síndrome de Lima no es más que ponerle nombre a algo muy humano como es la compasión. Ojalá existieran muchos "enfermos" entre los secuestradores de todo el mundo y seguro que adelantábamos un montón jajajaja.
Mil gracias por tus generosísimas palabras, guapa. Sé que tienes poco tiempo para dedicar a los blogs, y por eso mismo valoro tanto cada visita tuya. Me alegro infinito de que te haya gustado el relato.
¡Un besazo enooorme!
Hola Julia!!! Muy bien pagado tiene que estar ese trabajo... Nunca había oído hablar del síndrome de Lima, pero me parece más fácil que suceda eso que no un Estocolmo. De hecho, posiblemente muchas veces vayan de la mano.
ResponderEliminarBuena historia.
Un abrazo!!
Hola, David :)
EliminarCreo que tienes razón, que ambos síndromes pueden darse juntos en un secuestro, especialmente si tiene cierta duración. Dicen que la química entre dos personas, cuando se produce, casi siempre es recíproca, así que...
Me alegro mucho de que te haya gustado, ¡gracias por venir! :)
Dentro de un escenario tan tenso te permites el lujo de bucear en las mentes de los protagonistas, en sus visceras. Magistralmente nos muestras un cuento de suspense pero sobretodo emocional, en el que nos preguntamos sobre nuestros sentimientos en una de estas situaciones. Enhorabuena Julia! Me ha encantado conocerlos.
ResponderEliminarMuchas gracias por un comentario tan generoso, Miguel Ángel. Nunca había oído hablar de este síndrome y la verdad es que me llamó mucho la atención desde el punto de vista psicológico. Me alegro de que te hayas hecho preguntas al respecto; eso quiere decir que te interesó el tema y te involucraste con los personajes. ¡Muy honrada con tu opinión! :)
EliminarUn abrazo grande.
Un buen relato, sin duda. A partir de una información de diferentes Síndromes. Me ha asombrado gratamente de tu destreza para hilar la historia. Con sinceridad, me quedé con ganas de seguir leyendo. Te animo a seguir escribiendo los diferentes Síndromes. En mi blog está uno con el Trasctorno Obsesivo Compulvivo "Almas líquidas" dónde se reconoce el buen hacer de mis compañeros. Está escrito por tres autores.
ResponderEliminarUn gran abrazo, literario.
Me alegro de que te haya gustado, Lola. Creo que la idea era muy buena y que se le podía sacar mucho partido, así que gracias. Trataré de tentar a las musas con algún otro síndrome interesante :)
EliminarNo estoy segura de haber leído el relato que mencionas, pero me suena. Iré a ver encantada. Solo el título ya es muy sugerente.
Un abrazo enorme también para ti.
¡Hola!
ResponderEliminarPues al igual que la mayoría de los qu ehan comentado antes desconocía ese síndrome.
Mil gracias por enseñarme algo nuevo y enhorabuena por el relato, a mí me ha encantado aunque me gustaría saber si al final llega esa oportunidad.
Feliz martes.
Veo que has estado poniéndote al día en el blog, Gemma, y yo encantada de recibirte siempre :)
EliminarIntenté darle una continuación al relato para no dejaros con las ganas, pero tenía otros dos empezados que quería terminar y no me daban las musas para tanto, sorry. En cualquier caso me alegro mucho de que te haya gustado.
Es un síndrome muy interesante, en realidad como todo lo que marca la conducta humana, y yo tampoco lo conocía hasta la sugerencia de Lola.
¡¡Mil gracias por venir y feliz martes también para ti!!
Algo más que conozco gracias a ti, "El síndrome de Lima" suena gracioso jaja no se me olvidará lo que significa.
ResponderEliminarEl relato me ha parecido estupendo, Julia, me hiciste ver el síndrome en toda su luz a través del protagonista, poco a poco fuiste dándole forma a sus sentimientos y de pasar a ser alguien de cero empatia, tan solo con ver el lado de la hospitalidad se conmueve sin esfuerzo cambiando en él la mirada con el sufrimiento ajeno, causando en la chica un halo de esperanza.
Me alegro un montón de haber pasado a leerte, querida. Me voy sabiendo una cosa más además de haber pasado un rato agradable.
Gracias, guapísima.
¡Un abrazo de los grandes!!
Holitas, querida Mila! :)
EliminarCreo que todos hemos descubierto al mismo tiempo lo que significaba "padecer" este síndrome. Reconozco que hasta que Lola no me propuso elegir de entre un buen puñado, nunca antes lo había oido mencionar. Es interesante, y al menos convierte al paciente en mejor persona que antes de sufrirlo. En este caso, como dices, hizo crecer un pequeño halo de esperanza en la chica. Ojalá que nunca nos veamos en una situación parecida, verdad?
Un millón de gracias por venir y por tu siempre generoso comentario. Si has pasado un buen ratito, yo ya estoy feliz :))
¡Besos a montones para estrenar el mes!