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Crónicas desde el encierro (III)

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CRÓNICAS DESDE EL ENCIERRO - NEURAS Deprisa, deprisa. Doblo la esquina del pasillo y enfilo el segundo tramo de la ele. Llego al salón y casi antes de cruzar la puerta ya llevo la mano extendida hacia el picaporte de la vidriera de la terraza. Tengo que salir a un espacio abierto, al silencio, al aire frío y limpio, a la calma de mi propio reflejo en las ventanas del edificio de enfrente. Es este confinamiento que ya me va pesando… y la calefacción. ¡La odio! ―¿Dónde vas tan deprisa? ­―preguntaba las primeras veces, algo espantado, mi marido.   ―Fuera ―respondía yo un poco seca―. No era mi intención ser desagradable, pero en esos momentos lo más importante era y es llegar al exterior cuanto antes. No hay tiempo para explicaciones ni zalamerías.  Ya no me pregunta nada, el pobre, haga lo que haga. Y eso que hago bastantes cosas raras. Las vistas desde mi terraza no es que sean precisamente espectaculares, pero es lo que hay y menos es nada. Justo enfre...

Crónicas desde el encierro (II)

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CRÓNICAS DESDE EL ENCIERRO – HOMENAJE Mar caminaba a paso ligero, mirando al suelo, contando sus pasos en el silencio de la ciudad. Contaba por distraerse, por evadirse del entorno y no pensar. En otro tiempo, que ahora parecía muy lejano pero que apenas había corrido en el calendario, las calles del centro eran un auténtico hervidero a esas horas. Y ella, triste y preocupada, sola de un modo que no había experimentado nunca antes, deseó con todo su ser volver a confundirse en el bullicio de almas que tan bien conocía. Vano deseo. Salía de trabajar, de pelear otro día difícil. Sus compañeras y ella habían tardado muy poco en decidir qué hacer durante el estado de alarma: mantendrían la gestoría abierta para poder asesorar a sus clientes, pequeños y medianos empresarios, trabajadores perdidos en una tormenta de promesas inciertas y burocracia. No era momento de dejarlos en la estacada ni de añadirles angustias, aunque fuera a costa de su propia seguridad y la lógica re...